martes, 27 de julio de 2010

El Tabaco

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Es una planta pero no alimenta. Fue un remedio indígena mucho antes de convertirse en un conocido cancerígeno. El primer presidente de los Estados Unidos, George Washington, lo cultivaba. El décimo octavo presidente Ulysses S. Grant murió por fumarlo. Para algunos es fuente de comunión, placer y sustento, otros lo ven como un autentico veneno.

Se trata del más contradictorio de los cultivos. A continuación el tabaco en maravillas modernas.

El tabaco.

Nos alimentan, nos visten, nos medican, nos intoxican, nos estimulan, nos proporcionan combustible, la lista es interminable, nuestra relación con nuestros cultivos suele ser bastante sencilla, si necesitamos cultivar algo lo plantamos y lo consumimos, fin de la historia.

Pero con el tabaco no es tan sencillo, porque en cierto modo él es quien nos consume a nosotros.

El tabaco tiene múltiples facetas desde la prosaica a la satisfactoria, pasando por la siniestra que lo convierten en un cultivo muy complejo.

Para los principiantes se puede adaptar.

Sería muy difícil encontrar un sitio aparte de la Antártida o el Ártico, donde no se cultive.

Es lucrativo.

Una plantación media de tabaco aportaría unos beneficios del orden de $3 500 el acre. La rentabilidad del tabaco sigue siendo la mayor de cualquier cultivo conocido.

Es placentero.

La verdad es que huele a comida. Tiene matices, huele a canela y a especia como pimienta, pero es maravilloso, dan ganas de comértelo.

Es un filón tributario.

La industria tabacalera en total paga cada año, alrededor de ($100 000 000 000) $100 000 millones solo en impuestos.

Desde la semilla, pasando por el cigarrillo a las agencias tributarias locales, estatales y federales.

Es mortal.

Fumar es la mayor causa de muerte evitable de los Estados Unidos. El tabaco es el único producto que dándole su uso previsto mata.

Y tiene un éxito descomunal.

Ya se cultive para puros, pipas, cigarrillos o productos sin humo se producen 6 millones de toneladas de tabaco al año.

Los Estados Unidos son el cuarto país productor de tabaco tras China, India y Brasil.

El tabaco es el mayor cultivo no alimenticio del mundo hoy en día.

El tabaco se cultiva en 21 estados de los EE.UU, pero la mayor parte de la producción se realiza en Kentucky y Carolina del Norte.

El cultivo estadounidense consta sobre todo de dos tipos de tabaco: El flucture y el burley.

El tabaco de base se encuentra en los cigarrillos de mezcla americana.

El burley es un tipo de tabaco con alta concentración de nicotina, que se cultiva en Kentucky y algunas zonas de Indiana y Virginia. Se trata de un arbusto muy frondoso.

El tabaco Flunquirit se seca con calor tras la cosecha.

Al contrario que el burley tiene un bajo contenido en nicotina, pero sus altos niveles de azúcar potencian su sabor.

Los agricultores comienzan a cultivarlos en invernaderos a mediados de Febrero.

Solemos trasplantarlo al campo a mediados de Abril y lo hacemos en hileras como puedes ver aquí.

El tabaco necesita una gran cantidad de nitrógeno del suelo, los agricultores emplean 2 000 kilos de fertilizantes por acre.

Los fertilizantes contribuyen a que la planta produzca azucares, celulosa y lo más importante: nicotina la sustancia química adictiva generada por la planta.

Si la planta de tabaco no tuviera nicotina su aplicación comercial seria insignificante o inexistente.

Cuando alguien se fuma un cigarrillo, el tabaco se quema y la nicotina se destila en partículas, dichas partículas contienen agua alquitran y nicotina. Luego esas pequeñas partículas son inhaladas a los pulmones y chocan con las diminutas vías respiratorias de los mismos.

Tras el impacto de las partículas, la nicotina se absorbe con relativa rapidez al torrente sanguíneo de los pulmones y llegan hasta el corazón donde se distribuye al resto del cuerpo, incluido al cerebro.

Desde el momento que se da una calada a un cigarrillo, la nicotina solo tarda 15 segundos en afectar al cerebro. Se cree que la reafirmación rápida hace que una droga sea más adictiva, es decir, que al sentir de inmediato los efectos uno puedo ajustar la dosis, por lo que fumar es en realidad la forma más adictiva de consumir una droga.

Pero antes de que el tabaco pueda fumarse, las plantas deben madurar, alcanzan más de un metro de altura en 60 o 70 días.

A partir de este punto se cosechará de manera gradual.

Salimos una vez cada una o dos semanas y cortamos dos, tres o cuatro hojas por ronda, se acaba con la parte superior que es la mejor parte de la planta, la que tiene más nicotina y la que quieren las empresas para fabricar los cigarrillos.

La hoja debe secarse antes de poder venderla, ha esto lo llamamos graneros para el secado del tabaco.

El proceso de curado desde el comienzo hasta el final suele tardar de 7 a 8 días, la hoja se amarillea entre los 35 y 38 grados según la temperatura exterior.

Ahí está la brillante hoja final.

Una vez que se mantiene ese color se somete al tabaco a un calor bastante intenso, de hasta unos 70 grados finales, así permanece hasta que se halla extraído todo el agua de la hoja y sobre todo de los tallos.

A continuación el tabaco se almacena en fardos de unos 350 kilos hasta que la empresa tabacalera quiera recibirlos.

Cada año se fuman 5 billones y medio de cigarrillos en todo el mundo.

La cifra es sobrecogedora, pero comienza con una simple semilla que se planta y una hoja que se corta del tallo. Tal y como se lleva haciendo desde hace miles de años.

Según los historiadores el tabaco se cultivo por primera vez en los Andes, entre los años 5 mil y 3 mi A.C.

En Sudamérica el tabaco se empleaba de diversas maneras que hoy en día nos asombraría, no solo se podía consumir fumándolo, la gente lo inhala, lo fumaba, se embadurnaba el cuerpo con él, embadurnaban a los demás con él, lo bebían en un concentrado e incluso lo usaban como enema.

Chamanes, líderes espirituales, y curanderos lo usaban para diagnosticar enfermedades.

Consumían lo bastante como para situarse al borde de la muerte lo cual les llevaban al mundo espiritual desde donde podían examinar los problemas de sus pacientes.

Pero cuando Colón llegó a Cuba el 28 de Octubre de 1492, los europeos descubrieron no el oro que buscaban, sino el tabaco.

Cuando Colón ordenó a parte de su tribulación que investigara tierra adentro para tratar de obtener más información sobre los habitantes de esa tierra y sus costumbres, una de las primeras cosas sobre las que informaron fue que aquella gente fumaba, para ellos se trataba de una costumbre totalmente surrealista, no existía ningún precedente en Europa.

Se encontraron con una tribu que fumaba unos puros de tamaño muy grande.

El tabaco rápidamente se hizo con nuevos adeptos, su humo traspasó las barreras culturales con facilidad.

Los marineros, españoles y portugueses adquirieron la costumbre y llevaron el tabaco a Europa, donde por irónico que parezca adquirió la falsa fama de ser una cura milagrosa para todo tipo de dolencias.

Cuando los británicos comenzaron a visitar a América del Norte también adoptaron el tabaco como costumbre lúdica.

A John Rolfe se le atribuye a ver sido el primer colono ingles en cultivar tabaco con éxito, para fines comerciales en James Town, Virginia en 1612.

Desde sus inicios la colonia se había visto acuciada por el hambre y la enfermedad.

John Rolfe se dio cuenta de que podría haber un mercado potencial para el tabaco, que los indígenas estaban cultivando a lo largo del rio James.

De hecho fue lo que convirtió el cuarto fracaso de colonizar el continente en un éxito.

El tabaco aseguró la supervivencia de las colonias en Siernes. A finales del siglo 17, Inglaterra estaba importando mas de 9 millones de kilos de tabaco colonial al año.

Nos convertimos en una sociedad tabacalera, porque el tabaco era moneda de cambio, se pagaban los pastores, los impuestos, incluso las esposas.

El tabaco era el dólar o el euro de los asentamientos británicos en los EE.UU.

Y con el tabaco también se compraban esclavos.

Los esclavos llegados a James Town en 1619 debían ayudar en el cultivo, la cosecha, y la comercialización del tabaco.

En el siglo 18 los cultivadores coloniales de tabaco entre los que se encontraban George Washington y Thomás Jefferson la pasaron mal con las injusticias.

lunes, 5 de octubre de 2009

PROTEINAS, CALORIAS, ETC

PROTEINAS, GLUCIDOS, LIPIDOS, CARBOHIDRATOS, CALORIAS

si querés aumentar una libra de musculatura por semana, deberías consumir 500 kilocalorías extra de comida por día.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Severn Cullis-Suzuki

Hola, soy Severn Suzuki y represento a ECO (Environmental Children's Organization). Somos un grupo de niños de 12 y 13 años de Canadá intentando lograr un cambio: Vanessa Suttie, Morgan Geisler, Michelle Quigg y yo. Recaudamos nosotros mismos el dinero para venir aquí, a cinco mil millas, para decirles a ustedes, adultos, que deben cambiar su forma de actuar. Al venir aquí hoy, no tengo una agenda secreta. Lucho por mi futuro.
Perder mi futuro no es como perder unas elecciones o unos puntos en el mercado de valores. Estoy aquí para hablar en nombre de todas las generaciones por venir. Estoy aquí para hablar en defensa de los niños hambrientos del mundo cuyos lloros siguen sin oírse. Estoy aquí para hablar por los incontables animales que mueren en este planeta porque no les queda ningún lugar adonde ir. No podemos soportar no ser oídos.
Tengo miedo de tomar el sol debido a los agujeros en la capa de ozono. Tengo miedo de respirar el aire porque no sé qué sustancias químicas hay en él. Solía ir a pescar en Vancouver, mi hogar, con mi padre, hasta que hace unos años encontramos un pez con cáncer. Y ahora oímos que los animales y las plantas se extinguen cada día, y desaparecen para siempre.
Durante mi vida, he soñado con ver las grandes manadas de animales salvajes y las junglas y bosques repletos de pájaros y mariposas, pero ahora me pregunto si existirán siquiera para que mis hijos los vean.
¿Tuvieron que preguntarse ustedes estas cosas cuando tenían mi edad?
Todo esto ocurre ante nuestros ojos, y seguimos actuando como si tuviéramos todo el tiempo que quisiéramos y todas las soluciones. Soy sólo una niña y no tengo soluciones, pero quiero que se den cuenta: ustedes tampoco las tienen.
No saben cómo arreglar los agujeros en nuestra capa de ozono. No saben cómo devolver los salmones a aguas no contaminadas. No saben cómo resucitar un animal extinto. Y no pueden recuperar los bosques que antes crecían donde ahora hay desiertos.
Si no saben cómo arreglarlo, por favor, dejen de estropearlo.
Aquí, ustedes son seguramente delegados de gobiernos, gente de negocios, organizadores, reporteros o políticos, pero en realidad son madres y padres, hermanas y hermanos, tías y tíos, y todos ustedes son hijos.
Aún soy sólo una niña, y sé que todos somos parte de una familia formada por cinco mil millones de miembros, treinta millones de especies, y todos compartimos el mismo aire, agua y tierra. Las fronteras y los gobiernos nunca cambiarán eso.
Aún soy sólo una niña, y sé que todos estamos juntos en esto, y debemos actuar como un único mundo tras un único objetivo.
Estoy enfadada, pero no estoy ciega; tengo miedo, pero no me asusta decirle al mundo cómo me siento.
En mi país derrochamos tanto… Compramos y desechamos, compramos y desechamos, y aún así, los países del Norte no comparten con los necesitados. Incluso teniendo más que suficiente, tenemos miedo de perder nuestras riquezas si las compartimos.
En Canadá vivimos una vida privilegiada, plena de comida, agua y protección. Tenemos relojes, bicicletas, ordenadores y televisión.
Hace dos días, aquí en Brasil, nos sorprendimos cuando pasamos algún tiempo con unos niños que viven en la calle. Y uno de ellos nos dijo: “Desearía ser rico, y si lo fuera, daría a todos los niños de la calle comida, ropa, medicinas, un hogar, amor y afecto”.
Si un niño de la calle que no tiene nada está deseoso de compartir, ¿por qué nosotros, que lo tenemos todo, somos tan codiciosos?
No puedo dejar de pensar que esos niños tienen mi edad, que el lugar donde naces marca una diferencia tremenda. Yo podría ser uno de esos niños que viven en las favelas de Río; podría ser un niño muriéndose de hambre en Somalia; un niño víctima de la guerra en Oriente Medio, o un mendigo en la India.
Aún soy sólo una niña, y sé que si todo el dinero que se gasta en guerras se utilizara para acabar con la pobreza y buscar soluciones medioambientales, la Tierra sería un lugar maravilloso.
En la escuela, incluso en el jardín de infancia, nos enseñan a comportarnos en el mundo. Ustedes nos enseñan a no pelear con otros, a arreglar las cosas, a respetarnos, a enmendar nuestras acciones, a no herir a otras criaturas, a compartir y a no ser codiciosos.
Entonces, ¿por qué fuera de casa se dedican a hacer las cosas que nos dicen que no hagamos?
No olviden por qué asisten a estas conferencias: lo hacen porque nosotros somos sus hijos. Están decidiendo el tipo de mundo en el que creceremos. Los padres deberían poder confortar a sus hijos diciendo: “todo va a salir bien”, “esto no es el fin del mundo” y “lo estamos haciendo lo mejor que podemos”.
Pero no creo que puedan decirnos eso nunca más. ¿Estamos siquiera en su lista de prioridades? Mi padre siempre dice: “Eres lo que haces, no lo que dices”.
Bueno, lo que ustedes hacen me hace llorar por las noches. Ustedes, adultos, dicen que nos quieren. Los desafío: por favor, hagan que sus acciones reflejen sus palabras.Gracias.


FUENTE: http://es.wikipedia.org/wiki/Severn_Cullis-Suzuki